Sacerdote. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Pueblo. Amén.
a) Sacerdote. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
b) Sacerdote. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.
c) Sacerdote. El Señor esté con ustedes.
Pueblo. Y con tu espíritu.
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Sacerdote. Hermanos, para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Sacerdote. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Pueblo. Amén.
Se canta:
Cantor: Señor, ten piedad. –pueblo: Señor, ten piedad.
Cantor: Cristo, ten piedad. –pueblo: Cristo, ten piedad.
Cantor: Señor, ten piedad. –pueblo: Señor, ten piedad.
Sacerdote.
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Todos Escuchan Sentados.
Del libro del profeta Isaías 2, 1-5
Visión de Isaías, hijo de Amos, acerca de Judá y Jerusalén: En días futuros, el monte de la casa del Señor será elevado en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas y hacia él confluirán todas las naciones.
Acudirán pueblos numerosos, que dirán: “Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que él nos instruya en sus caminos y podamos marchar por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor”. El será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas; ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra. ¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor.
Lector. Palabra de Dios.
Pueblo. Te alabamos, Señor.
del salmo 121.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R./
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R./
Digan de todo corazón: “Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman, que haya paz dentro de tus murallas y que reine la paz en cada casa”. R./
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: “La paz esté contigo”. Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R./
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 13, 11-14
Hermanos: Tomen en cuenta el momento en que vivimos. Ya es hora de que se despierten del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz. Comportémonos honestamente, como se hace en pleno día. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias. Revístanse más bien, de nuestro Señor Jesucristo y que el cuidado de su cuerpo no dé ocasión a los malos deseos.
Lector. Palabra de Dios.
Pueblo. Te alabamos, Señor.
R/. Aleluya, aleluya
Sal 84, 8
R/. Aleluya, aleluya
Velen y estén preparados.
Sacerdote. El Señor esté con ustedes.
Pueblo. Y con tu espíritu.
Sacerdote.
(Mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho; el pueblo se persigna)
Pueblo. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo’ del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada. Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.
Palabra del Señor.
Pueblo. Gloria a ti, Señor Jesús.
Creo en un solo Dios;
Padre todopoderoso,
Creador del Cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre
por Quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del Cielo,
(en las palabras que siguen, hasta «se hizo hombre», todos se inclinan)
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato,
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su Reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Mientras esperamos la venida definitiva del Señor, oremos para que su amor transforme nuestras vidas y la de nuestros hermanos.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
1 Para que los pastores de la Iglesia den siempre un buen testimonio de esperanza en el Señor.
Oremos. R/
2 Para que los fieles Despierten del sueño de su indiferencia y reciban con alegría la salvación que se acerca.
Oremos. R/
3 Para que se afiance la paz en el mundo, y las riquezas de la creación se transformen en instrumento de Progreso y bienestar para toda la humanidad.
Oremos. R/
4 Para que los gobiernos de las naciones hagan del porvenir de los jóvenes una prioridad, y tomen las medidas eficaces para hacerlo realidad.
Oremos. R/
5 Para que vivamos siempre alerta sin que las preocupaciones de la vida nos impidan mantenernos en pie cuando llegue el Hijo del hombre.
Oremos. R/
Sacerdote. Dios todopoderoso y eterno, que nos mandas preparar el camino a Cristo, el Señor, escucha nuestra oración y concédenos misericordiosamente que los que esperamos la venida de tu Hijo, no sucumbamos a ninguna debilidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pueblo. Amén.
Sacerdote. Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Pueblo. El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
Sacerdote. El Señor esté con ustedes.
Pueblo.Pueblo. Y con tu espíritu.
Sacerdote. Levantemos el corazón.
Pueblo. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Sacerdote. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Pueblo. Es justo y necesario.
Sacerdote. En verdad es justo y necesario…
Sacerdote. Este es el Sacramento de nuestra fe.
Pueblo. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
PADRE NUESTRO
Sacerdote. Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Pueblo. Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Sacerdote. Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Pueblo. Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Sacerdote. Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra, concédenos la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Pueblo. Amén.
Sacerdote. La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Pueblo. Y con tu espíritu.
Sacerdote. Dense fraternalmente la paz.
FRACCIÓN DEL PAN
Se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Sacerdote. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Pueblo. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una sola palabra tuya bastará para sanarme.
Sacerdote. El Señor esté con ustedes.
Pueblo. Y con tu espíritu.
Sacerdote. La bendición de Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
Pueblo. Amén.
Sacerdote. Pueden ir en paz.
Pueblo. Demos gracias a Dios.